Muchas veces, cuando escuchamos hablar de “estilo de vida holístico” se piensa que es algo lejano, sofisticado o reservado para quienes ya tienen todo resuelto. Pero en realidad, es mucho más simple (y mucho más profundo) que eso.
Vivir de forma holística no significa seguir reglas estrictas ni cambiar todo de golpe. Tiene que ver con empezar a mirar tu bienestar como un sistema conectado, en el que cuerpo, mente, emociones y espíritu están entrelazados. No existen compartimentos estancos. Todo influye en todo.
Cuando empezás a dormir mejor, tenés más energía. Con más energía, te dan ganas de moverte. Cuando te movés, baja la ansiedad. Y con menos ansiedad, comés más tranquila. Eso hace que te sientas más liviana, y quizás con más claridad para tomar decisiones que venías postergando. Así, un cambio te va llevando al otro, como si una pieza empujara suavemente a la siguiente.
La ficha inicial que decidas mover, generalmente, es la que nos resulta más fácil de mover. En mi caso empecé con la alimentación. Me encontré con tiempo para cocinar, y siempre me gustó la cocina. Cuando este cambio se asentó en mi vida, bajó la ansiedad, tenía más energía. Con más energía empecé a entrenar; y con menos ansiedad comencé a meditar. Y así, una cosa llevó a la otra hasta que me encontré con una vida totalmente distinta y que me encanta.
No hace falta hacer todo perfecto ni tener un plan impecable. Lo importante es empezar por algo: una comida más consciente, una pausa o un pequeño compromiso con vos. Porque cuando el cambio viene desde un lugar genuino y amoroso, empieza a sostenerse solo. Y eso, con el tiempo, transforma todo.
Como tu health coach, mi rol es guiarte en ese proceso. Ayudarte a identificar qué necesitás hoy, qué te está haciendo ruido, qué parte de tu bienestar está pidiendo atención. Y desde ahí, construir un camino que sea realista, personalizado y posible. Sin fórmulas mágicas, sin presión. Solo con presencia, claridad y pequeños pasos que, aunque parezcan simples, tienen un impacto enorme.
Vivir mejor no es una meta final, es una práctica diaria. Y no se trata de sumar más exigencias, sino de empezar a elegirte con intención.
Hasta la próxima 🙂
Jimena Gonzalez
Health Coach


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