En el post anterior hablamos de qué es el estrés, cómo afecta y algunas técnicas fáciles y gratuitas para manejarlo mejor, si no lo leíste puedes verlo aquí. Ahora te voy a contar mi historia con el estrés, cómo era mi vida en ese momento, cómo me afectó y lo más importante: cómo recuperé mi salud.
Vamos a remontarnos al año 2018, para ese entonces tenía 30 años. En ese momento estaba trabajando en una multinacional de tecnología ya hacía varios años y me desempeñaba en un puesto alto de marketing para 3 países de Latinoamérica. El ritmo era vertiginoso, viajaba mucho por trabajo y tenía muchos eventos. Suena divertido, no? Pero el agotamiento era tremendo y la magia de todo eso para este momento ya no existía hace mucho.
Ahora le vamos a sumar otro condimento: Empecé a estudiar una maestría en marketing y comunicación. Sumado a la alta carga laboral que tenía, cursaba tres veces por semana, incluidos los sábados. Más allá de la cursada tenía mucho para estudiar, con lo cual si no estaba trabajando estaba cursando o estudiando.
Ya te imaginaras un poco como viene la mano pero a todo esto falta sumarle los hábitos desastrosos que tenía. En referencia a la alimentación llevaba una dieta muy alta el ultraprocesados, azúcar, alcohol y harinas refinadas. Me acuerdo de tomar café aunque me resultara asqueroso para no dormirme en la clase. Dormir? muy poco. Actividad física? casi nula.

El estado de mi salud honestamente era malo, como podrás imaginar. No solo no gestionaba el exceso de stress producido por trabajo y estudio sino que tampoco le daba a mi cuerpo los nutrientes o el descanso que necesitaba para repararse y contrarrestar el estrés.
¿Hubo avisos antes de que me terminara de enfermar? Si, claro. Lamentablemente los ignore todos. Acné en cara y espalda, piel pálida, dolores menstruales muy fuertes, dolores de cuerpo, mal humor, la comida me caía mal, etc.
Un día mi cuerpo dijo basta. Un dolor muy fuerte y electrizante comenzó en mi nuca, se desplazó por todo el lado derecho de mi cabeza hasta llegar al ojo derecho generando una presión muy fuerte en él. Me asusté mucho, nunca había experimentado algo así. Obviamente estaba tan desconectada de mí, que tomé analgesicos y estuve en cama un día hasta que pasó. No baje el ritmo, no cambie nada y a que no sabes qué pasó? Al mes siguiente, cuando tuve la regla, volví a experimentar el mismo dolor. Y se siguió repitiendo todos los meses.
Bueno, llegó el momento de “solucionar este problema”. Fui a una neuróloga, me hizo una batería de estudios en los cuales no se veía nada anormal con lo cual me dieron medicación para reducir los dolores. Una pastilla tan fuerte que cuando la tomaba me tenía que acostar y por las dudas un ibuprofeno cuando comenzaba a tener señales que venía el dolor.
En ningún momento me preguntaron cómo era mi vida, mis hábitos, qué comía, nada.
Fueron pasando los meses, mismo ritmo, mismo estilo de vida, mismo ciclo de dolor-medicación hasta que llegamos al 2020 y la pandemia.
Si bien en la pandemia seguía trabajando full-time tenía muchas más horas disponibles ya que no cursaba, no tenía que desplazarme al trabajo y por supuesto no tenía actividades sociales.
Siempre me gustó cocinar pero por falta de tiempo no lo hacía mucho y por ahí empecé a hacer cambios, era lo que me resultaba más fácil de hacer.
Empecé a probar nuevas recetas, ingredientes y ya con ese pequeño cambio todo empezó a cambiar. Noté que mis alergias estaban mermando y disfrutaba mucho más de comer, ya no era más un trámite apurado entre las cosas que tenía que hacer.
Mi siguiente cambio fue la actividad física. Conseguí unas pesas, una kettlebell y un canal de Youtube que tenía videos de media hora que me encantaban. Elimine toda la fricción que me podía dar hacer actividad física y ahí estaba todas las mañanas, antes de empezar a trabajar, haciendo actividad física.
Venía super motivada, estaba leyendo un libro que amo y te super recomiendo: El club de las 5 de la mañana. En el libro una de las prácticas que hace en la mañana es meditar. Nunca jamas había meditado, siempre fui inquieta y me parecía algo de gente elevada, un no rotundo. Pero el universo es muy mágico. Me escribe una amiga para contarme que había hecho el reto de 21 días de meditación de Deepak Chopra con la madre y que le gustaría hacerlo de vuelta con amigas. Mucha coincidencia asique decidí hacerlo. Al principio era muy mala pero sabes que? no pasa nada! no abandoné y descubrí un mundo espectacular y al día de hoy es una herramienta que me ayuda muchísimo.
Cuando miro hacia atrás y veo cómo se fueron dando las cosas y cómo el cambio y la sanación estuvieron siempre en mi mano, me fascina.
Hoy todos esos cambios (y más) se convirtieron en mi estilo de vida. Los disfruto a cada instante y no los veo como algo que “tengo que hacer” sino más bien “lo que soy”.

La pregunta del millón: ¿Y las migrañas? No las tuve nunca más.
Si yo pude cambiarlo todo, vos también. Te lo prometo. Si necesitas ayuda para hacerlo buscala, no hay nada de malo en eso. Estoy aquí para cuando estés lista/o.
Hasta la próxima 🙂
Jimena González
Health Coach


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